"Pido perdón a los niños por haber dedicado este blog a personas mayores. (...) quiero dedicar este blog a los niños y niñas que estas personas han sido. Todas las personas mayores fueron primero niños (pero pocas lo recuerdan). Corrijo entonces mi dedicatoria."

Adaptación de la dedicatoria del libro "El Principito", de Antoine Saint-Exupéry




martes, 18 de enero de 2011

Real life (la vida real)

Como decía Manolito Gafotas, en mi barrio hay muchas cosas: hay tiendas de todos los tipos, hay coches de muchos colores, hay perros paseando a sus dueñ@s (y no al contrario), hay bancos llenos de personas con expresiones asustadas que esperan con la cartilla bajo el brazo, hay yonkis en busca de dosis, hay iglesias llenas de fieles que rezan por sus almas pero que a la salida de misa miran con desprecio a los yonkis, hay bancos llenos de chavales y chavalas que miran el tiempo pasar mientras fuman porros y hay puentes. Muchos puentes.

Lo de los puentes es algo bastante extraño, porque cuando digo que hay muchos es que hay uno cada 100 metros a lo largo de un tramo considerable de la autopista, y varios de ellos tienen acceso desde mi casa.

Hace un año más o menos construyeron otro puente entre dos de los que ya había, y aquello fue la catarsis vecinal. Teniendo escasos recursos sociales, sin ambulatorio, sin escuelas infantiles públicas y sin bancos en los parques, lo que menos necesitábamos era otro jodido puente que para más inri lleva desde VillaNada a VillaNingúnsitio, es decir, que no sirve para absolutamente nada. Está, sin más.

Tuvieron la delicadeza de, ya que era una construcción que costó la friolera de casi 3 millones de euros y que nadie iba a usar para nada, poner unos bancos para que al menos tuviese el reclamo de que la gente se sentara a tomar el sol. La cabeza pensante que tuvo esa idea era un iluminado, porque todo el mundo sabe que el mejor lugar para tomar el sol es un puente en medio de una autopista con más ruido que el circuito del Jarama.

Queríamos derribar el dichoso puente con nuestras propias manos hasta que, un día, mi amiga N. y yo fuimos hasta allí para hacer unas fotos a la autopista para un trabajo que ella tenía que hacer. L@s publicistas siempre han sido un pelín extravagantes.

Mientras hacía las fotos nos sentamos en el banco, y no sólo no nos fuimos sino que estuvimos allí horas y horas. El soniquete de los coches pasando bajo nuestros pies se asemejaba a un murmullo de fondo que nos relajaba bastante, y tuvimos una conversación genial.
Desde ese día, cuando hace un tiempo medianamente bueno, nos acercamos al puente y charlamos de mil cosas mecidas por el arrullo de las miles de personas que circulan por Madrid con prisa y sin frenar. Bautizamos aquel puente como "el mar urbano" o "Mar de Madrid", porque el murmullo parece (salvando las distancias) el de las olas del mar.

El domingo estuvimos allí aprovechando el inusual sol que bañaba la ciudad en pleno Enero. Como siempre, la conversación fue bastante profunda, y versaba principalmente sobre lo feliz que nos hace vivir nuestra vida conforme a lo que somos, que no es moco de pavo.

No soy de transgredir por transgredir, que quede claro. Me considero parte de la masa, compro ropa en Zara, bebo garrafón y veo Telecinco, no estoy desligada de la sociedad y de hecho participo bastante activamente en el bucle consumista que nos invade.

Sin embargo, creo firmemente en que sólo existe esta vida, y hay que vivirla de forma consecuente, máxime si eso implica sacar los pies del tiesto. Ni siquiera las religiones defienden que vayamos a vivir esta vida otra vez de la misma manera en que la estamos viviendo ahora: unas dicen que nos vamos a reencarnar en otros seres, otras que vamos a ir al cielo, pero ninguna me garantiza que yo vaya a volver a escribir este post, así que tengo que aprovecharlo.

Cada día estoy más convencida de que hay que romper con lo que se espera de nosotr@s, pero no por el hecho de romper en sí, sino porque me niego a creer que hay un camino hecho para mí y que estoy en el mundo para darle la razón a quien lo diseñó. Quiero ser la protagonista de todo lo que pase en mi vida, y no me quiero perder nada.

Por eso, admiro a todas aquellas personas que viven o han vivido conforme a lo que son o a quienes son: a mi amiga N., que se ha embarcado una relación por la que nadie da(ba) un duro por difícil y por extraña; a mi amigo J., que se marchó a México detrás de un gran amor. A M, que se fue a repartir juguetes al Sáhara, y otras tantas "M." que conozco, y que están en Ecuador, en Argentina o en EEUU persiguiendo diferentes sueños.

A M., (cuántas "M", madre mía) que se ha embarcado en una terapia que da resultados porque necesitaba buscarse a fondo. A R., que se atrevió a decir que quería ser quien era y consiguió hacerlo.

A mi madre, que decidió tirar para adelante en un trabajo al que las mujeres no salían acceder, y supo sentar precedentes.

A mi padre, que decidió justo lo contrario, dejar un trabajo que le esclavizaba y dedicarse a la pintura y al yoga.

A mi hermana, que ha decidido embarcarse en una vida sacrificada que antes o después dará sus frutos.

A mi abuela, que vive por y para el amor de su vida.

Mi prima B. (que es otra de estas personas que admiro) también se marchó a las Antípodas australianas en busca de una vida un poco mejor. Lo está consiguiendo: es feliz, se está encontrando (o al menos se está buscando, que es el primer paso para encontrarse), está creciendo. La penúltima vez que vino a vernos contaba que su madre, cuando la veía, le decía:

- Ahora todo es muy bonito, pero algún día tendrás que volver a la vida real.

Y ella contestaba:

- Estoy viviendo mi vida, y te aseguro que es muy real.


Esa es la vida que quiero vivir. La vida real, la que realmente quiero tener, ser quien realmente quiero ser. Hacer lo que me haga feliz, y hacer feliz a quien me rodee. Por ahora estoy intentándolo, y algo voy consiguiendo.

Mi prima tiene mucha razón.

Estoy viviendo mi vida.

Y te aseguro que es muy real.


1 comentario:

  1. Mira que me has pillado en un día de esos sensibles y casi me arrancas una lagrimilla...
    GRACIAS por tus posts, por hacer que nos demos cuenta cada día de esos pequeños detalles que pasan desapercibidos, de lo que podemos aprender de y con los demás y por compartir con nosotros esa visión de la vida tan genial que tienes.
    Qué grande eres! (y no me refiero a la talla, que también ;).
    B.

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