"Pido perdón a los niños por haber dedicado este blog a personas mayores. (...) quiero dedicar este blog a los niños y niñas que estas personas han sido. Todas las personas mayores fueron primero niños (pero pocas lo recuerdan). Corrijo entonces mi dedicatoria."

Adaptación de la dedicatoria del libro "El Principito", de Antoine Saint-Exupéry




martes, 25 de enero de 2011

Reflexiones desde el frío

Hace un frío de cojones, pero eso no lo tengo que decir porque lo vivimos en nuestras carnes, nada nuevo bajo el sol (porque sol hay, pero su función de aportar calor la tiene aletargada, por ahora sólo engaña a l@s viandantes que despistados, sacan el abrigo de entretiempo y se pasan todo el día tiritando de frío).

Además, hoy es (aunque el día acaba de terminar, pero yo hasta que no me acuesto no doy por finalizados los días) según un científico inglés, el peor día a nivel de ánimos de todo el año 2011 (si quieres leer un poco acerca del estudio, pincha aquí), y uno de los factores que influyen es el clima general que asola este país y que hace que el agua salga del grifo preparada para echarla en un vaso y servirte un mojito, así, a modo de hielo picado.

Yo soy muy de engrosar las estadísticas, que para algo se molestan en hacerlas, y no podía ser menos:

QUÉ ASCO DE LUNES.


Una de las cosas que más me molestan del mundo es que el propio mundo me quiera cambiar; el mensaje que me mandaba el mundo hoy era "no puedes dejar que te afecte lo que la gente te diga".

Pues mira, mundo, qué quieres que te diga, hay días en que me lo quiero permitir. Enfadarme porque me dicen algo que me sienta mal, que me duela la cabeza o echarme dos cucharaditas de azúcar en el café, y punto y final.

En vez de preocuparte por mí, mundo, preocúpate por todas esas adolescentes (y no tan adolescentes) que salen estos días de frío polar con manoletinas a la calle aún a riesgo de que les tengan que amputar los dedos de los pies por congelación, a lo montañeras escalando el K2.

Preocúpate por las ventanas de mi despacho, que dejan pasar a todo el frío polar sin pedirle el DNI, ni mirar si lleva zapatillas o zapatos, sin reservarse el derecho de admisión.

Preocúpate por la rueda delantera derecha de mi coche, que está entre que se pincha y no se pincha y me tiene en un sinvivir pensando en que me voy a quedar tirada en el arcén en cualquier momento de la vida.

Preocúpate por el teleoperador de Movistar que me ha vuelto a despertar a las 7 de la mañana, y al que he querido matar con mis propias manos porque lleva haciendo lo mismo dos semanas, y no atiende a razones, ni a lagrimitas ni a amenazas.

Preocúpate por las acelgas del comedor, pobrecillas, cómo pueden ser llamadas "comida" con ese color y ese sabor (por llamarlo de alguna manera) y estar metidas en el mismo campo semántico que el lomo o el chocolate, por ejemplo.

Preocúpate por la niña de mi clase que no sabe escribir "bajo", lo confunde con "vago". Ilústrala para que suelte la consola y coja un libro, que falta le hace.


En definitiva, mundo, que somos much@s, que tienes para tod@s. Déjame ser, mundo. Preocúpate por otros.


Y por favor, llévate este frío. No lo merecemos.




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