"Pido perdón a los niños por haber dedicado este blog a personas mayores. (...) quiero dedicar este blog a los niños y niñas que estas personas han sido. Todas las personas mayores fueron primero niños (pero pocas lo recuerdan). Corrijo entonces mi dedicatoria."

Adaptación de la dedicatoria del libro "El Principito", de Antoine Saint-Exupéry




martes, 13 de septiembre de 2011

El corazón de Hasa

El curso empezó hace una semana, y hace un rato, en la cena, se me han caído cinco pestañas del tirón. El estrés hace mella poco a poco, y el período de adaptación se hace tan cuesta arriba como se nos hizo el fin de curso. Hoy me preguntaba una amiga que si el período de adaptación era más necesario para las criaturas o para sus profes, y la verdad, casi opto por lo segundo. Los niños y las niñas lloran porque quieren volver a casa, y yo haría lo mismo si no fuese una persona adulta a la que la censura social ya no le permite patalear en el suelo, pero lo que nos cuesta es aguantar tantos llantos y tanta angustia, y no al revés.

En medio de todo este jaleo de lágrimas y gritos, llegó ayer a la hora de comer una llamada. Una mujer preguntaba por la directora, quería matricular a su nieta en el colegio.

- El curso ya ha empezado- decía Ara, la secretaria-, supongo que está al corriente.

- Sí - contestó la mujer-, pero éste es un caso especial. Si os parece mañana me acerco sobre las cuatro al colegio y os la presento.

De esa forma esta tarde, a las cuatro, unos preciosos ojos negros, con cierto deje de tristeza pero penetrantes y llenos de brillo, han entrado por la puerta del colegio de la mano de su abuela. Su piel de ébano brillaba con el sol de los últimos días de verano, y sus rizos, suaves y largos, estaban perfectamente recogidos dejando ver una cara que examinaba el mundo nuevo que se abría ante ella.

Así es como hemos conocido a Hasanatu, Hasa para l@s amig@s, nuestra nueva compañera, aunque sólo podremos disfrutar con ella durante un mes y medio. Hasa es una niña guineana que ha llegado hasta España de la mano de una ONG para operarse del corazón. Si te fijas un poco, se advierte la enorme cicatriz que le recorre el pecho y que llega casi hasta la garganta. La operación es muy reciente pero todo ha salido mejor que bien.

Una de las doctoras del equipo que la ha operado, y que colabora con la ONG habitualmente, ha acogido a la pequeña Hasa mientras cuidan de que el postoperatorio se desarrolle con normalidad. Gracias a su infinita generosidad, Hasa podrá llevar una vida normal, aunque por ahora tiene que privarse de jugar a rodar como una croqueta en el patio y evitar un balonazo en la tripa para cuidar su cicatriz y curarse cuanto antes.

Hasa lleva pocas semanas en Madrid, y Amparo, su abuela de acogida, quiere darle lo mejor mientras su hija, la mamá de acogida de Hasa, cura a otros niños y niñas durante el día. Por eso quieren matricularla en el colegio, porque no hay nada mejor que ofrecerle a una niña que amigos y amigas con quienes jugar.

Cuando Hasa llegó a su casa de Madrid y comenzó a explorar todo lo que allí había, fue a dar con el fregadero de la cocina, y levantó aquello que parecía una tapita encima de un tubo. Inmediatamente, un chorro de agua fresca brotó del grifo, y Hasa se quedó unos segundos mirándolo maravillada. Acto seguido lo cerró, y nunca ha vuelto a abrirlo por capricho. Se lava los dientes con un dedo de agua, por más que sus padres y su abuela le insten a llenar el vaso para enjuagarse. Ahorra cada gota como si fuese la última.

Hasa es muy limpia. En cuanto se mancha de arena o polvo jugando se sienta en un banco y se limpia con las manos de forma tremendamente ágil. Su carita siempre está limpia y sus manos impecables. Sin embargo, es extraño que siempre esté tan limpia, porque es asombrosamente hábil haciendo castillos y figuras de arena, así que puede pasar horas jugando en el arenero.


Al poco tiempo de llegar a Madrid, después de la operación, Amparo llevó a Hasa al supermercado. Querían hacer la compra de la semana y aprovechar para que la niña diese un paseo, había salido poco por estar convaleciente. Iban a dar un pequeño festín culinario para celebrar que todo estaba saliendo bien. Cuando entró, Hasa se quedó quieta en la puerta, sin dar crédito:

- ¿Todo ésto es para nosotras?- preguntó.

- Sólo lo que compremos- contestó Amparo divertida.

- Pues quiero comprar muchas cosas para mi familia y mis amigos- dijo la niña mientras cogía bolsas y envases de las estanterías.

- Ahora no, Hasa- le decía Amparo-; podrás comprar todo lo que quieras cuando vayas a volver a Guinea, así te lo puedes llevar en el avión para dárselo a tu familia y a tus amigos.

- Yo no quiero, no quiero ir en avión- lloriqueaba Hasa.

- ¡¡Pero si ya viniste!! ¡No me digas que te da miedo!- reía Amparo.

- No me da miedo- contestó la niña- pero no quiero ir en avión. No quiero volver. Quiero que vengan mis amigos y mi familia en avión aquí a vivir conmigo.

Y Amparo lloraba y lloraba emocionada pensando en el futuro de Hasa, la niña que volvió a nacer gracias a las manos de su madre de acogida y que va a pasar un mes con nosotr@s, ayudándonos a volver a nacer también. Hasa, la niña de mirada triste, seguramente porque no es fácil tener una dolencia cardíaca en el seno de una familia humilde de Guinea. No somos capaces de imaginar el sufrimiento de la pequeña y de su familia, y que ha marcado los ojos de Hasa. Seguro que tampoco podemos hacernos una idea de la felicidad que su padre y su madre, sus hermanos y hermanas, sus amigos y toda la gente que le quiere sintió cuando supo que existía la posibilidad de enviarla a España a coger un pasaporte para una vida sana.

Dentro de un mes, Hasa volverá a Guinea, a disfrutar de su corazón, que ahora funciona.

Lo que me da miedo ahora es el mío, mi corazón. Creo que me lo ha robado.





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