"Pido perdón a los niños por haber dedicado este blog a personas mayores. (...) quiero dedicar este blog a los niños y niñas que estas personas han sido. Todas las personas mayores fueron primero niños (pero pocas lo recuerdan). Corrijo entonces mi dedicatoria."

Adaptación de la dedicatoria del libro "El Principito", de Antoine Saint-Exupéry




viernes, 29 de octubre de 2010

Políticamente correcto

Otro de los avatares de mi vida es que soy opositora. Debería dedicarle un post a ésto, y de hecho no será uno, sino decenas, porque cuando un@ oposita, vive por y para la oposición y su vida pasa a girar en torno a ella. Se pierden bastantes amigos, pero oye, yo avisé. No dirán que no avisé.

El caso es que, como el ser humano siempre tropieza dos veces en la misma piedra, este año estoy otra vez en una academia.

El mundo de las academias entró en mi vida hace miles de años, cuando mis padres me apuntaron a la academia de mi barrio para ver si lo que me mandaban de deberes eran matemáticas o física cuántica, porque no las aprobaba ni soplándome la profesora en el examen. Ya entonces odié el rollo que se respiraba allí, lleno de niños y niñas amargados por el afán de superación de sus padres, que les habían apuntado a la academia como a mí, para ver si hacían de sus hijos ciudadanos de provecho. Cuando por fin aprobé las jodidas matemáticas de secundaria juré y perjuré que jamás volvería a pisar una academia.

Años más tarde, cuando llevaba una semana pringando hasta las 8 de la tarde en un cole concertado, decidí que lo mío era trabajar 8 horas al día a cambio de un sueldo digno, y sin pensarlo dos veces me lancé al maravilloso mundo de las oposiciones, que es así como el cuento de la tortuga y la liebre pero sin liebres. Todo está lleno de tortugas que no te explicas cómo pero ahí están, aguantando el tipo con su plaza, aunque sólo sea porque el día de la carrera tuvieron un golpe de suerte con otra tortuga menos afortunada.

En ese momento de incertidumbre, cuando empecé a oír leyendas urbanas horribles sobre el trauma que supone el examen de oposición, me agarré a un clavo ardiendo y decidí tirar por tierra mis principios para volver a una academia.

Llegar a la Magacademia (omitiré el nombre real por si me persiguen para asesinarme con un boli naranja, que era lo único que regalaban) y deprimirme fue todo uno. Mi colega Fer y yo, que llevamos sentándonos en mesas contiguas 5 largos años, llamábamos a la academia Magzulo, porque nuestra "clase" era algo así como un cubículo diminuto sin ventanas, ni ventilación ni nada que no fuesen cientos de sillas. Si un día me hubiesen dicho que me iban a quitar el hígado en plan clandestino no me hubiera extrañado.

El caso es que cuando por fin llegaron los exámenes y descubrimos que, como sospechábamos, nos tocaba presentarnos otra vez en 2011, juramos que no volveríamos a hacerlo preparándonos en una academia, que lo haríamos por nuestra cuenta.

Sonará a dejá vu, pero este año, cuando volví a ver la convocatoria cerca, me agarré a un clavo ardiendo y una vez más, tirando por tierra ya no mis principios, sino mi dignidad y mi dinero, me volví a matricular, esta vez en Prepacademia (de nuevo omitiré el nombre real porque mi intención es aprobar algún día, y mis preparadores de este año son tribunal...). El sistema me convence un poco más que el de Magacademia por ahora, pero tiempo al tiempo. Fer y yo casi lloramos el primer día cuando vimos que teníamos ventanas en clase. Una, que se conforma con poco.

Total, que hoy en clase, estábamos súper metidos en un práctico infernal que nos ha puesto la preparadora de hoy. Un supuesto práctico es algo así como que te plantean una situación conflictiva que se podría dar en un aula y tienes que resolverla. El caso es que estábamos leyendo el enunciado para entender la situación conflictiva y había una frase que decía así:

"En el grupo contamos con un alumno que presenta amplio desfase cognitivo debido a su pertenencia a la etnia gitana".

Cuando yo le he preguntado a la preparadora (mientras visualizaba a mi clase del año pasado en la que los niños gitanos me daban ya no 7 vueltas, sino 7 saltos mortales) que si era vinculante ser de etnia gitana con presentar un desfase cognitivo, es decir, tener un retraso a nivel de aprendizaje, ella me ha dicho toda seria que "ni era machista, ni feminista, ni racista ni homófoba" y que "a las cosas hay que llamarlas por su nombre", que no era necesario ser "políticamente correcto". Con esto entiendo que su respuesta era "sí".

Vamos a ver, entendemos que esta mujer es una persona preparada, que se dedica en activo a la educación y que está formando a maestros para la escuela pública, que, como sabemos, está integrada por todo tipo de alumnado. Decir en público que un alumno, por ser gitano (o de cualquier otra etnia o cultura) tiene que tener un retraso es como decir que una mujer, por ser mujer, es incapaz de resolver una ecuación. No tiene ni pies ni cabeza.

Yo estoy convencida, por el gesto de incomodidad de la preparadora, de que no lo ha hecho con mala intención, pero pienso que no es cuestión de ser políticamente correcto. Es cuestión de sentido común, de ser un poco cuidadoso con lo que decimos o argumentamos en público.

Me apuesto lo que llevo en la cartera (creo que 10euros) a que la mitad de mis compañeros de la academia van a citar, como caso de alumno con necesidades educativas especiales, a un "gitano con retraso". Y el tribunal revolucionado.

De todas maneras, al margen de las ideas de cada un@, asusta un poco escuchar estas cosas en pleno siglo XXI de alguien que se dedica a la educación y que aboga por la igualdad y la integración. Luego que si los chavales no nos respetan... es interesante formularnos una pregunta: ¿les respetamos nosotros siempre a ellos?

No me extraña que Belén Esteban, que dice que "la Revolución Industrial no le importa porque ella no la ha vivido", sea el personaje mejor pagado de la televisión. La educación cotiza a la baja.

Así nos va como nos va...

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