Hasta ahora no he hablado de la esencia misma de este blog, que es mi profesión; creo que el día que les dije a mis padres que quería ser maestra, se miraron pensando que su hija era medio imbécil.
A ver, tengo que aclarar que mi familia está encantada de que me dedique a la educación (porque me veían más bien como guitarrista en un grupo de heavy con un nombre tan fino como "Vomito en tu pito") , pero no lo entienden.
Yo no les quito razón, porque hoy en día ser maestr@ implica ventajas tan alucinantes como:
- Tener más vacaciones que el resto.
¡Y ya!
Trabajamos 8 horas como todo el mundo, eso dentro del centro, pero nos pegamos otro ratito en casa corrigiendo, programando, preparando, pintando, recortando, coloreando... que hacer una gamba de cartulina puede parecer algo sencillo, pero reto a cualquiera a que lo haga un miércoles a las 11 de la noche cuando los ojos se te cierran. En esos casos te preguntas por qué un brick de leche tiene que ser necesariamente un "material reciclado para realizar manualidades" y no puede seguir siendo un brick de leche como en todas las casas.
Cobramos poco, no nos respetan los niños, ni sus padres, ni nuestros compañeros. Pero eso no es lo malo, porque en muchas profesiones ocurre esto. El problema es que la Administración considera que nuestra situación es justo la opuesta, y se dedica a machacarnos con la excusa de nuestras "vacaciones" (en serio, ¿tendremos que cargar toda la vida con esto? además, ésto ya no es cierto... ahora sólo tenemos un mes y otro "a disposición del centro", que ya hablaremos de ésto).
El caso es que a mí me apasiona mi trabajo, lo supe el primer día que una niña me vomitó encima y no me sentó del todo mal. Si aguantas eso, aguantarás casi casi todo en la vida. Este tipo de circunstancias te dan mucho bagaje, porque luego te vas por ejemplo a San Fermines y te mueves como pez en el agua, nada te llama la atención, nada te da grima, nada te asusta.
En fin, que yo decidí estudiar magisterio porque quería tener una formación interdisciplinar, es decir, saber un poco de todo y todo ello relacionado entre sí (una tiene que usar un vocabulario un poco técnico para que parezca que todo este tiempo chapando no ha sido en vano). Ser maestra te enseña, además de algo de mates, algo de lengua, algo de historia (poco) y algo de geografía (menos), cosas mucho más útiles, tales como:
- Nociones de medicina: un par de primaveras currando y créeme, sabrás distinguir un resfriado de una gripe común, de una gripe A, de una varicela. A simple vista.
- Nociones de trabajo social: conocerás a todas las familias, todos sus problemas, quién tiene la custodia de quién, quién precibe cada subvención, dónde hay un divorcio y dónde una separación (que no es lo mismo), con quién debes hablar y con quién no... en fin, que no sabrás cómo pagar tu hipoteca, pero serán las hipotecas de las familias te esos pobres chavales indefensos las que te tendrán sin dormir.
- Nociones de estética: tú, que llevas el pelo corto por no complicarte la existencia delante del espejo, terminarás haciendo con pasmosa habilidad trenzas, coletas, cortes de pelo (pegar chicles en la coleta sigue siendo tan divertido como antes), maquillaje de cara y otras lindezas antes de que sepas distinguir una cera blanda de una cera de pintar caras. Y como ventaja extra... ¡¡APRENDERÁS A DESPIOJAR!! (empezando por tu propia cabeza).
- Nociones de Relaciones Públicas e Internacionales: Si hay algo que nos impone más que los niños, son sus familias. Las entrevistas familiares son la cruz y las espinas de todo maestro. Decenas de cursos de Coaching, PNL, empatía, técnica vocal y otras tantas cosas que no sabías que existían sólo para recibir a una mamá. Y prepárate para aprender un poquito de rumano, un pelín de polaco, una gotita de chino, pinceladas (aunque sea de oído) de árabe... Ya estás preparad@ para asistir a una Cumbre de la ONU.
- Nociones de gastronomía: ¿Sigues pensando que toda la comida casera es comestible? Prueba a volver al comedor del cole... Comerte unos macarrones con tomate dejará de ser la experiencia placentera que era (y lo más importante: QUE NO SE TE NOTE).
- Nociones de arte: prepárate para cumplir una máxima (y juro que esta frase me la dijo una profesora en la facultad): todo, (y cuando digo todo es TODO) es susceptible de ser utilizado en una clase de Primaria. Se acabó deshacerte de las camisetas viejas, los vasos de los yogures y los catálogos de propaganda. En poco tiempo te sorprenderás con un claro Síndrome de Diógenes (en el que colaboran tus amigos y familiares dándote cosas inútiles con el pretexto "Por si sirve para los niños...").
- Nociones de maternidad: en poco tiempo pasarás a ser un reflejo de madre (ojo, no de padre) y repitiendo esas frases que tu madre te decía y que juraste que jamás dirías, tales como "Ni jo ni ja", "¿Qué pasa, que tengo que ir yo?", "Lo estaba viendo venir desde hace tiempo", "Veréis el día que yo falte", "Te voy a castigar y así lloras con motivo", "Se acabó lo que se daba", y otras lindezas que ahora no recuerdo (sólo salen en los momentos álgidos).
En fin, que entrar en este mundo es maravilloso pero muchas veces agotador. Se acabó cruzar semáforos en rojo, fumar deshinibidamente, decir palabrotas cuando apetece y no comer guisantes. Tu círculo te lo echará en cara ("parece mentira que hagas/digas eso siendo maestro") y jamás podrás volver a fallar preguntas del Trivial. Pero lo compensan tus dos meses de vacaciones, que no se te olvide.
Sólo hay algo más que te hará darte cuenta de que te has metido de lleno en el mundo de la educación. Será esa reflexión profunda, madura y súper original que todo profesor dice en clase alguna vez en su vida:
"En mis años de docencia, jamás he visto un grupo tan desobediente/revoltoso/hablador como éste".
Crucemos los dedos, alcemos la cabeza y... ¡que empiece el espectáculo!
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