Hoy traigo una historia bastante navideña, porque la nieve no deja de ser muy representativa de christmas, estampas festivas y belenes (hago aquí una pausa para reflejar mi estupor por la nieve que la gente pone en los belenes, porque digo yo que en Palestina, nieve, lo que se dice nieve, no hay mucha que digamos. En otro post hablaremos de las incongruencias de los belenes, porque puest@s a ser fieles a la historia, me cuesta mucho imaginar a un niño palestino que sea rubio, con ojos azules y mejillas sonrosadas, pero a fin de cuentas, como era el hijo de Dios, supongo que sería como a él le apeteciese, como si lo hubiese querido hacer pelirrojo, o gótico. Dentro de nada, veremos un niño Jesús gótico, fijo).
Decía que la nieve es muy representativa de los paisajes navideños, aunque a mí me cueste mucho apreciar este estado del agua que tantos disgustos me trae.
Hay gente a la que se le llama por el camino del equilibrio, el deporte, la aventura y el riesgo.
Bien, a mí se me llamó por otros caminos.
No digo que no me guste el deporte, que me gusta, pero no tengo especiales habilidades para desenvolverme en según que terrenos, y si en suelo firme suelo acabar rodando, en superficies resbaladizas pierdo el poco equilibrio que tengo y la poca vergüenza residual que de vez en cuando me inunda.
Corría el año 2000 (creo) cuando fui por primera vez a la nieve. He de decir que había visto la nieve, pero cuando hablo de "ir a la nieve" me refiero a una estación de esquí, con sus pistas, sus telesillas y sus atascos kilométricos de la entrada.
Estábamos en mi pueblo (aprovecho para darle bombo desde aquí, se llama Navamorisca y llamarlo "pueblo" es una osadía, porque allí no viven durante el año más de 12 personas, pero es un paraíso terrenal para l@s amantes de la vida montañera y la estufa de leña), y como el invierno es duro en la Sierra de Gredos, nos dijimos "vamos a explorar territorios desconocidos".
Lo primero que hace alguien que decide ir a la nieve, es buscar ropa de abrigo para soportar las gélidas temperaturas montañeras.
Debo reseñar antes que, siendo mi pueblo tan pequeño y recóndito, cuando vamos allí a pasar unos días perdemos las formas y la compostura en cuanto a vestimenta se refiere, y denominamos el estilismo puebleril como "ropa de p´aquí". La expresión "p´aquí" es muy usada en el pueblo para definir un espacio, por ejemplo, ayer vinimos "p´aquí", nos quedamos unos días de vacaciones y el lunes nos volvemos "p´allí".
La ropa de "p´aquí" es toda esa ropa que jamás te pondrías en tu ciudad natal pero que da pena tirarla, y la mandas para el pueblo. Cantidades industriales de camisas de franela, camisetas de propoganda y chándales fluorescentes pueblan nuestros armarios como si de escaparates de moda setentera se tratase.
Con este percal nos pusimos a buscar algo decente que ponernos para ir a la nieve, y encontramos un pequeño problema de base: o superponíamos capas, o moríamos en el intento, porque claro, una no sale de su casa de Madrid con intencion de ir a la nieve, y en ese momento Quechua no estaba tan extendido como lo está ahora.
Tras una noche de intensa búsqueda y varias tentativas de tirar la toalla, la estampa que formamos fue la siguiente:
- Mi prima L. (de mi edad) : arrasando con la moda reivindicativa, iba abrigada con un gorro y una bufanda monísimos con el eslógan "Día de la mujer trabajadora, 1992". Sus alegres gafas iban pegadas con cinta aislante a las gafas de sol que le había prestado su padre y que llevaba superpuestas encima de las de ver, por si la nieve la deslumbraba. Un pantalón de chándal rosa fluorescente, de los de madre de hacer aeróbic de la época de Jane Fonda, y un plumas verde fluorescente, muy a juego con la indumentaria general.
- Mi prima P (5 años mayor que yo): exactamente la misma estampa de L. (son hermanas), pero con gorro y bufanda de propaganda de cualquier comercio de barrio. El pantalón de chándal idéntico, pero azul, porque una madre no compra un pantalón de chándal sin comprar otro exactamente igual para ponérselo mientras lava el primero.
- YO: Como mi madre hacía aeróbic en mallas, el pantalón de chándal no estaba disponible en mi hogar, así que hubo que improvisar. Mi padre dijo emocionado que tenía "un pantalón impermeable de cuando era joven". Cuando lo sacó, efectivamente era de cuando era joven, tendría aproximadamente 7 años cuando se lo puso por última vez, y cabe destacar que yo tengo una altura considerable. Ahí surgió la moda de los pantalones pirata en mi casa (mis padres son muy visionarios).
Como me quedaba pesquero-raquítico (es decir, por la rodilla), mi madre me buscó algo para ponerme debajo, y no se cómo me acabó convenciendo de que un pantalón de pijama de franela era lo más abrigado que podía llevar, y que total, no se iba a notar. En un cuarto oscuro no se hubiera notado, desde luego. La nieve era otra cosa.
En la parte superior, una sudadera de "Curro se va al Caribe" ilustraba mi tronco, y como colofón, unos guantes de esos de dedos de muñecos de cuando era pequeña, porque jamás se nos ocurrió llevar un buen par de guantes a un pueblo donde la temperatura habitual es de menos de 10º. Previsora que es una.
El espectáculo que daba mi indumentaria era para cobrar entrada.
También iban otros familiares, pero no merece la pena describir todos los atuendos. Con esos tres es suficiente para hacerse una idea de por qué jamás hicimos fotos de ese momento.
Con estas condiciones nos montamos en el coche y partimos rumbo a la estación de esquí convencidas de que íbamos a salir esquiando como unas auténticas Fernández Ochoa.
Al llegar, las personas que estaban regulando el telesilla ya nos ficharon, pero se abstuvieron de comentar. Nos pusimos los esquís y nos montamos en el telesilla, yo con mi prima L., que no podía apenas moverse ni veía un pijo por ninguno de los dos pares de gafas que llevaba, tan bien sujetos por su precavido padre que no le llegaba el riego sanguíneo al cerebro.
Nosotras nos montamos en el telesilla y partimos rumbo a la montaña, girándonos cada poco para ver cómo los trabajadores del telesilla nos hacían gestos con las manos, levantándolas en el aire y gritándonos algo. Pensamos que eran muy majetes y nos pegamos todo el camino saludándoles, hasta que descubrimos, una vez que volvimos a subir en el telesilla de bajada, que subíamos sin haber bajado la barrera de seguridad, y que nos advertían del peligro de morir por caída libre. Yo debo ser como un gato pero con unas cuantas vidas más, porque mira que me la juego.
Bajar del telesilla ya fue otro tema: nosotras nos lanzamos como pudimos, pero mi prima P. y mi prima B. decidieron darse una vuelta al ruedo y repetir el recorrido, porque no se veían seguras. Los del telesilla de arriba también nos ficharon. El cuadro que estábamos dando en conjunto ya era apoteósico.
Mientras mi familia trataba de unirse, yo empecé a deslizarme sin quererlo por mi propio impulso, y para cuando mi instructora se quiso dar cuenta, yo bajaba la pendiente cuesta abajo mientras gritaba que no sabía frenar. Como no se me ocurría qué hacer, y soy una tía resolutiva, decidí hacer lo que había visto en la tele: agacharme y echar los bastones hacia atrás. Decir que cogí velocidad es poco decir, porque ya dudaba sobre si esquiar y levitar era lo mismo. Iba tan feliz que no me dí cuenta de que la pista se terminaba y una cola inmensa de gente que esperaba para subir a otra pista me miraba horrorizaba por el choque inminente. Empecé a oír voces como en off que gritaban:
- ¡¡Haz cuña!! ¡¡Haz cuña!! ¡¡HAZ CUÑAAAAAA!!
Qué fácil.
¿Qué cojones era la cuña?
Como no quería mentir, y yo soy de decir verdades en momentos tensos, grité como pude:
- ¡¡¡¡¡¡¡NO SÉEEEEEEE!!!!!!!!
Y me agaché otro poco para hacer tiempo mientras me estampaba.
El final de mi bajada fue tan como lo habíamos previsto, y todo el camino resonaba la voz de mi madre con su frase favorita: "lo estaba viendo venir". Cuando una madre ve venir algo, las posibilidades de que esto ocurra se elevan a la enésima potencia, y como yo tenía su cara en mi mente, la regla se cumplió. Me estampé contra la cola de personas que esperaban pacientemente. Me dijeron de todo menos bonita.
Dada mi primera experiencia, y a modo de conciliación grupal, decidí intentar integrarme en aquella cola de gente que esperaba para subir más arriba para no sentirme discriminada. Cuando oí la palabra "percha", y entendí que era lo que había que usar para subir a una pista más elevada, no imaginé el infernal artefacto.
Por fácil que pueda parecer, subirse en ese chisme es tan fácil como resolver integrales de cabeza, así que el resultado volvió a ser una vez más el esperado. Una de las veces conseguí quedarme colgando de una pierna y decidí que era mejor subir de esa guisa que morir en el intento; por más que el personal de la estación me amenazó chungamente con cosas que me podían pasar si no me bajaba, no fue hasta que una piedra me golpeó la cabeza que entendí que aquello no llevaba a ningún sitio.
El resto del día fue como lo que acabo de contar pero en dejá vu constante, las mismas historias se repetían una y otra vez. Gorros de la Mujer Trabajadora, guantes de muñecos, esquís y otros objetos (incluso las gafas sujetas a una cabeza con cinta aislante) sobrevolaban una y otra vez nuestras cabezas mientras nos sacábamos la nieve de la boca. Yo llegué a pensar que igual era normal pasar el 90% del tiempo con la cabeza enterrada y los esquís en lo alto.
Cuando (¡¡¡por fin!!!) se terminó el día de "esquí", volvimos al telesilla para bajar y cuando llegábamos abajo oímos a los trabajadores decir: "Mira, ahí vuelven las primas". Con eso lo resumo todo.
En definitiva, no morí en el intento pero estuve bastante cerca unas cuantas veces. Ahora soy más de la teoría de mi prima P., que después de bajar del telesilla (esta vez a la primera) y maldecir en arameo a los cientos de niñ@s que pasaban con sus súper equipaciones a toda velocidad a nuestro lado, se quitó los esquís, los tiró al suelo y sentenció:
- Mi sitio en este lugar está sin duda en la cafetería.
"Pido perdón a los niños por haber dedicado este blog a personas mayores. (...) quiero dedicar este blog a los niños y niñas que estas personas han sido. Todas las personas mayores fueron primero niños (pero pocas lo recuerdan). Corrijo entonces mi dedicatoria."
Adaptación de la dedicatoria del libro "El Principito", de Antoine Saint-Exupéry
Adaptación de la dedicatoria del libro "El Principito", de Antoine Saint-Exupéry
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Jejeje, menudo día pasasteis xD. Yo siempre te propuse ir a la nieve a esquiar, año tras año. Aprender a esquiar es bastante facil, otra historia es el Snowboard. Hay pocas cosas tan bonitas y divertidas a la vez como la nieve (en mi opinión).
ResponderEliminarEspero que empieces a tomarle gustillo a esquiar. Un besitoo desde la Atlantida.
Hola Anita la Fantástica. Gustosamente habría comentado en la primera entrada, pero pensé para mi yo interno "mi primer comentario será el día que cuente LA ANÉCDOTA DE LA NIEVE".Sabía que llegaría este momento, un clásico básico en toda conversación de sobremesa que se tercie. Y aunque cada vez que la oigo tiene un añadido nuevo, bah, no lo negaremos, me he reído leyéndola. No conseguiré evitar una sonrisa imaginando lo del gorro de la Mujer Trabajadora por muchas veces que la escuche...y eso que mi yo interno aún tiene guardada cierta hostilidad hacia ti por no dejarme ir aquel día.
ResponderEliminarEn fin serafín, menos menciones a Almodóvar y más referencias a momentos gloriosos como éste(que me da igual lo que diga la RAE, va con tilde sí o sí). Yo votaría por un top ten...te sorprenderías del incremento de las visitas...No olvides incluir cejas+ANDINA, chica-que-se-tropieza-y-tira-el-belén-en-clase-de-la-Teresina o aventuras con intercambios de puerta o procesiones caseras entre otros grandes éxitos...serán un bombazo.
Mucha suerte con tu aventura bloguera, yo te seguiré desde la más maravillosa de las oscuridades...como algún que otro testigo indiscreto. jajajaja.
PD:Me gustaría firmar como Acuario_enamorada ooooo como La_Chica_De_Ayer, pero me conformo con Anónimo...tú sabes quien soy, los demás que se chinchen jaisjuajsuajsuai
¡Por cierto!...QUE LA COLILLAH PA TIH
Yo lo oí más como: "Qué vienen las primaaaaas!!!!", cada uno en su realidad paralela...
ResponderEliminarMe ha encantado!
Besitos desde las antípodas y por cierto, no es un poco tarde para que me entere de que tienes un blog??? un poquito más de comunicación, hombre ya!
jajajajajjaa, que bueno, es historia total de peli de risa que piensas que eso nunca puede pasar, segun estaba leyendo me lo he imaginado en plan peli... jajaja, grande!!
ResponderEliminarPD: se que llego tarde, pero voy leyendo poco a poco tus entradas antiguas.
abrazossss