"Pido perdón a los niños por haber dedicado este blog a personas mayores. (...) quiero dedicar este blog a los niños y niñas que estas personas han sido. Todas las personas mayores fueron primero niños (pero pocas lo recuerdan). Corrijo entonces mi dedicatoria."

Adaptación de la dedicatoria del libro "El Principito", de Antoine Saint-Exupéry




domingo, 2 de enero de 2011

Feis

Si terminé el año hablándole a mi yo del futuro, no puedo menos que empezar este hablando del nombre de mi "yo del presente": Feis.

Obviamente, y como tod@s sabéis (salvo que hayas llegado aquí por extrañas conexiones cibernéticas que escapan a mi mente), este no es mi nombre real, pero lo adopto a modo de mote porque nunca he tenido uno, y este me hace gracia.

El nombre de Feis me lo pusieron mis compis del curro porque en los inicios del mundo de las redes sociales, yo era la única que controlaba de Facebook (leído "Feisbuc" se acorta en "Feis") y la que les explicaba cómo funcionaba y para qué servía. Era oír la palabra "Facebook" y sabía que se iban a dirigir a mí para preguntarme algo, así que nada más escucharlo me giraba, y terminaron por llamarme así. Al principio no me gustaba mucho, pero cada vez que oigo "Oye Feis" o "Feis, ven" me giro y encuentro una cara amiga, con una sonrisa, o un guiño, porque sólo la gente que me quiere me llama así. Y le cogí cariño.

Es curioso como una misma cosa venida de unas personas o de otras, te repatea o te encanta. Cuando yo iba al cole, me apodaron "la alta". Desde siempre he medido bastante más que la mayoría de chicas (y de algunos chicos) de mi edad, así que no se rompieron la cabeza poniéndome un mote. De hecho, muchos años más tarde, cuando yo me marché del colegio y mi hermana estaba todavía en él, mi madre contaba que tenía una hija ex alumna y cuando escuchaban mi descripción le decían: "¡¡Ah!! ¡¡La Alta!!".

Cargué con ese mote toda mi vida, como cargué con el papel de rey Melchor en todas las representaciones navideñas. Teniendo en cuenta que en mi colegio sólo había chicas, buscaban la aproximación física y a mis dos compañeras altas y a mí nos tuvieron toda la infancia travistiéndonos y pasando un calor maligno indescriptible en todas las funciones por culpa de la capa y de la barba postiza. Mi madre se desesperaba de no poder vestirme de alegre pastorcilla, con mi falda roja, mis coloretes y mi oveja. La vida puede ser muy cruel.

Recuerdo que mi abuela odiaba que me llamasen "La Alta". Con lo bonito que es mi nombre, decía ella, para qué estropearlo así. Lo que no entendía es que éramos cuatro en clase con el mismo nombre, y a mí me tocó ser "La Alta" como a otra le tocó ser "La Rubia", a otra "La hija del Cojo" y a otra "La que muerde". Creo que en el reparto, y teniendo en cuenta que yo no podía ser "La Rubia" por motivos evidentes, salí bastante bien parada.

De todas formas, la mujer seguía diciendo que vaya apodo más feo, y yo estoy con ella, porque, pese a que también se pueden usar los apodos de manera chunga para meterse con alguien, muchas veces detrás de ellos suele haber una historia, una anécdota, una cualidad, una palabra de cariño, y es un rollo que se limiten sólo a describir rasgos físicos que son evidentes al ojo espectador.

Por eso adoro ser Feis, y por eso escogí este nombre para denominarme en este espacio que siento mi casa y que quiero que sintáis la vuestra.

¿Y a tí? ¿Te han puesto alguna vez un mote o un apodo?




PD: GRACIAS a todos y todas l@s que me léeis, me comentáis, me compartís y en definitiva, me acompañáis. Todo mi amor y mis mejores deseos para el año que empieza hoy.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡¡Gracias por dejar tu comentario!!