"Pido perdón a los niños por haber dedicado este blog a personas mayores. (...) quiero dedicar este blog a los niños y niñas que estas personas han sido. Todas las personas mayores fueron primero niños (pero pocas lo recuerdan). Corrijo entonces mi dedicatoria."

Adaptación de la dedicatoria del libro "El Principito", de Antoine Saint-Exupéry




jueves, 30 de diciembre de 2010

Querida "yo" del futuro

Hace unos meses estaba yo con mi amiga M., que es una friki de las que ya quedan pocas, y va y me dice que le acaba de llegar un mail de su "yo" del pasado, concretamente de su "yo" de hace un año. Resulta que hay una página en internet (www.futureme.org) desde la que te puedes mandar un mail ahora mismo para que te llegue en el futuro, cuando tú decidas. El sentido de esto es que dentro de un tiempo te puedas leer a tí mism@ y sacar conclusiones, reflexionar, verte con perspectiva y darte cuenta de lo que haces o no y de cómo hemos cambiado (a lo Presuntos Implicados). Lo que viene siendo un diario de toda la vida, vaya.

Yo intenté mandarme un correo a mí misma y no pude, porque a ver si el año que viene voy a hacer examen de conciencia, me voy a frustrar, y digo yo que qué necesidad tengo yo de nada de eso en estos momentos. Igual me mando el mail dentro de unos meses, cuando me sienta en disposición de hablar con mi yo del futuro y de decirle que a ver qué pasa con nuestra vida y que haga el favor de solucionar unas cositas que tenemos por ahí pendientes.

Llegado este día de hoy (30 de diciembre), es un clásico lo de hacer una lista de buenos propósitos para cumplir el año que viene, que es como mandar un boletín de notas a tu "yo" del futuro a ver si durante el año ha hecho los deberes que le pusiste el día 31 del año anterior o no. Como a todo el mundo, me encanta hacer listas de objetivos, propósitos y buenos pensamientos para el año que empieza, pero omito esas listas porque jamás las cumplo. Hoy decían en la tele que los dos propósitos que más se hace la gente en España son dejar de fumar y ponerse a dieta. Y la siguiente noticia era que en España jamás cumplimos nuestros propósitos. Hay que joderse.

Por todo esto, no hago ninguna lista de buenos propósitos para el año que viene, sino que directamente empiezo el año como quien abre un caramelo, espectante por saber cuál será su sabor, qué color tendrá, si lo disfrutaré, si querré repetir. Lo que sí me gusta hacer es un balance de las cosas que he aprendido, y que me han hecho crecer. Son muchas, siempre son muchas, pero si me da por recordar algunas, este año me salen estas:

- He conocido a un montón de gente: esto me pasa casi todos los años, porque soy como la rana Gustavo, bastante dicharachera, pero este año he conocido a gente muy especial, diferente, que me ha aportado mucho, tanto como para dar un vuelco a mi vida. Cuando digo que he conocido a mucha gente, no quiere decir que haya sido gente nueva, sino que estoy conociendo y descubriendo de verdad a gente que ya estaba en mi vida pero que no había entrado, por la razón que sea. Gracias, vida, por ponerles en mi camino.

- He aprendido un montón a nivel laboral: he tenido la suerte de tener varios entornos laborales, diferentes espacios para un mismo curro, y la inmensa oportunidad que me ha llegado de mi último trabajo, en el que aprendo todos los días, aunque a veces lo pase sólo regular. Como decía el otro día una chica que me ha coordinado en las jornadas de Conciliación, "los retos me ponen". Pues en esas estamos.

- He aprendido a actuar por mi cuenta: aunque parezca sencillo, para mí es muy complicado no dejarme llevar por las masas. Cuando hay que votar, que opinar, que decidir, soy muy de pensar en lo que le viene mejor a la mayoría, lo que necesitan, lo que les apetece. Pero de vez en cuando hay que abstraerse y opinar por una misma, por los intereses y las avenencias propias. Escrito queda precioso. Luego no te digo nada de lo que me cuesta no ceder a la presión grupal.

- He aprendido a entender la "fluidez": esto sólo es medio verdad, porque a veces sigo sin entenderla. La "fluidez" es la licencia que le concedo al resto de la humanidad (o que se conceden y yo acepto) de hacer lo que les apetezca aunque yo no entre en esos planes. Estoy aprendiendo a entender que hay veces que la gente no quiere o no puede o no siente que tenga que hacer algo, aunque a mí me parezca escandaloso, aunque ese "algo" sea llevarme a mí al hospital con una hernia de hiato. Cada persona tiene su momento, y hay que respetarlo, pero repito que yo estoy sólo empezando a entenderlo...

- He aprendido un montón de juegos y canciones nuevas: otra cosa que podría parecer tema baladí, pero no lo es. Hoy he sacado adelante un taller de 5 horas improvisando, y aunque eso está fatal pedagógicamente hablando, al menos he sabido solventar el problema de no tener material porque mi bagaje de recursos cada vez es más grande. Qué maravilla.

- He aprendido a hacer tarta de 3 chocolates: fundamental en mi vida, aunque suene a superficial. Para una amante del chocolate como yo, es poco menos que haber encontrado el Paraíso culinario.

- He aprendido a sobreponerme a las situaciones desfavorables: que no han sido pocas, oiga. Vaya añito, de todos los colores las he tenido. Pero lo grande no es asumirlo, que es el primer paso. Lo grande es seguir levantándose todos los días, y seguir poniéndote una camiseta de salir para ir a trabajar, y marcharte a comer por ahí aunque no haya nada que celebrar, y cantar una canción a gritos aunque sea de Conchita. Lo grande es disfrutar de lo pequeño.

- He aprendido a creer en mí: esto también es sólo medio verdad, porque es como la oposición, una carrera de fondo. Creer en una misma es una tarea complicada con pocos altos y muchos bajos, porque dan ganas de mandarlo todo a la mierda varias veces al día, pero no importa, porque una se ha trabajado el punto anterior, entonces se sobrepone y vuelta a empezar. Y si no, siempre quedan l@s amig@s, las tartas de chocolate, los juegos, las canciones...



Y otras tantas cosas que ahora no me apetece escribir porque me voy a duchar para salir a la penúltima cena del año. No hay mucho que celebrar, pero repito: lo grande es disfrutar de lo pequeño. Creo que, indudablemente, he crecido.

Si ahora tuviera que mandarle un mail a mi "yo" del futuro, seguramente escribiría lo que ahora pienso:


"Querida "yo" del futuro: te quiero.

Creo en tí.

Estoy a tu lado.

Confío en tí.

¿Cómo estás...?"




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