"Pido perdón a los niños por haber dedicado este blog a personas mayores. (...) quiero dedicar este blog a los niños y niñas que estas personas han sido. Todas las personas mayores fueron primero niños (pero pocas lo recuerdan). Corrijo entonces mi dedicatoria."

Adaptación de la dedicatoria del libro "El Principito", de Antoine Saint-Exupéry




jueves, 20 de enero de 2011

Lección de empatía

Otro día que no he podido ir a la academia. Me ha tocado quedarme en el cole a preparar con las profes unas reunión que tenemos el miércoles y que ha sido calificada por las altas esferas como "devitalimportanciaparanuestrasupervivencia". Llamamos así a las reuniones en las que hablamos con las familias cuando estamos en un punto de inflexión en el que podemos salir a hombros por la puerta grande o por la puerta de atrás a tomatazos.

Todo depende de que salgan con una actitud o con otra.

El caso es que, cuando estábamos preparando la reunión, las profes me decían que su mayor problema era el pánico escénico. Yo no sé que nos pasa a los seres humanos con lo de hablar en público, porque objetivamente hablamos en público muchas veces: en familia, con nuestr@s amig@s y sobretodo a los niños y niñas, pero es ponernos delante de un grupo de adultos a tratar un tema un poco serio y nos bloqueamos.

Yo llevo bastante bien lo de hablar en público, y en realidad llevo bien lo de hablar en general. Como hablar es algo que me apasiona, estoy acostumbrada a hacerlo en pequeño grupo, en gran grupo, a mí misma, en silencio en mi propia cabeza (tengo unas conversaciones conmigo misma que no te puedes imaginar) y acerca de cualquier tema serio o no.
Reconozco que no estoy completamente templada cuando hablo en público, pero suelo conseguir que no se me note, o no mucho al menos.

He dado un speech bastante amplio en la reunión acerca de lo importante que es sobreponerse a los ataques de pánico, de histeria o de risa, improvisar, saber salir del paso en esas situaciones, porque lo que importa es decir lo que queremos decir y que el mensaje llegue. Todas estaban más o menos convencidas porque lo he dicho totalmente segura de mí misma.

Cuando salíamos de la reunión hemos visto que empezaba una sesión para familias que daba la orientadora, aká la hermana de mi amiga R., y nos hemos quedado a verla.

Ha desarrollado la sesión como estaba previsto y luego ha puesto un ejercicio práctico, y como yo estaba allí lo he hecho mientras esperaba a que lo hicieran las familias.

Por esas pequeñas putadas que nos hacemos las compañeras en esos momentos tensos, me ha pedido que lo explicase en público. El ejercicio consistía en mantener una conversación con un niño que articula mal algunas palabras. Hemos empezado el diálogo tal como estaba previsto pero de repente ella ha empezado a improvisar, yo he seguido improvisando toda seria, he hecho (sin querer, lo juro) un chascarrillo y todo el mundo se ha empezado a descojonar.

Lo que ha empezado como unas risas aisladas se ha convertido en un ataque generalizado, con sus carcajadas incontenidas, sus lágrimas rodando por las mejillas y sus palmadas. Me han contagiado, me a dado el ataque padre y ya no podía parar. Cada vez que intentaba seguir alguien se reía y otra vez vuelta a empezar.

Ha llegado un momento en el que me estaba agobiando, porque no quería tener el protagonismo de la sesión, estaba todo el personal del cole delante, y yo no podía ponerme seria, por más que lo intentaba.

He salido del paso como he podido y al terminar todo el mundo me "felicitaba" creyendo que lo he hecho aposta, pero lo he pasado fatal, no suelo dejarme llevar por estas situaciones, pero esta vez no lo he podido evitar.

Aunque ha sido un momento súper divertido (la risa común siempre es divertida), la vida me ha dado una lección de empatía: es muy fácil ver los toros desde la barrera, y a mí que no me suele dar yuyu hablar en público me parecía que era tan fácil decirle a alguien que sí tiene ese problema que hay que tirar para adelante. Pero hoy, cuando la situación me superaba, he entendido que es horrible para alguien que se bloquea el no poder seguir hablando mientras todo el mundo te mira. Y eso que lo mío ha sido un ataque de risa. No me quiero imaginar lo que será un ataque de pánico.

En definitiva, la vida te da sorpresas y te da lecciones.

¿Cuál será la de mañana?


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