"Pido perdón a los niños por haber dedicado este blog a personas mayores. (...) quiero dedicar este blog a los niños y niñas que estas personas han sido. Todas las personas mayores fueron primero niños (pero pocas lo recuerdan). Corrijo entonces mi dedicatoria."

Adaptación de la dedicatoria del libro "El Principito", de Antoine Saint-Exupéry




viernes, 21 de septiembre de 2012

Decálogo a seguir para que un/a trabajador/a no salga de una entrevista en tu empresa con ganas de clavarte una cucharilla en el bazo

Como todo el mundo sabe (menos mi abuelo, que no se lo cuento para no darle el disgusto y acortarle la vida) en julio dejé el trabajo. Lo hice sin que una recortada apuntase a mi cabeza, voluntariamente, con ganas de romper con la esclavitud y cambiar de aires, y con la decisión de aproar mi vida para mirar hacia rumbos nuevos.

Esta decisión me ha llevado al inquietante mundo del desempleo, que no del paro, porque yo no me paro ni cuando estoy durmiendo. Soy de las que dan vueltas en la cama y roban sábanas, así lo digo. La vida es dura.

Por aquello de sentirme útil para la sociedad, he empezado a dar vueltecillas mirando trabajos. Sobra decir que el percal está para cobrar entrada y que cada vez veo más difícil ser maestra en este país, al menos tal y como yo concibo la educación. Como funcionaria las cosas estaban negras, pero ahora están opacas; sólo llaman a especialistas de inglés que no tienen ni un triste 0,5 de media, así que he pensado presentarme en la siguiente convocatoria por esta especialidad y cuando llegue al examen decir (con sonrisa desbordante):

- My name is Feis. Yours not. Yeah, yeah, oh yeah.


Y luego hacer gestos de negrata del Bronx chunga.

Tendré un cero, lo sé, pero tendré trabajo en septiembre. Total, si lo pronuncio bien igual me gano ese 0,5 y puedo incluso elegir destino.

Como maestra en la privada tampoco creas que está mejor la cosa. Cuando hago entrevistas se abstienen de mirarme a la cara y me piden un título que avale mi bilingüismo (já) certificado por Cambridge, que estoy deseando pedirle a esa gente que escriba en un papel "Cambridge" y echarme unas risas yo también. Parece que ahora no interesa que sepas escribir tu nombre correctamente mientras Cambridge firme un trozo de cartulina en la que certifique que te capacitan para trabajar en su cojocolegio bilingüe (¡JÁ!).

Total, que he tenido que rehacerme el currículum. Normalmente lo tengo actualizado, porque aunque tenga trabajo voy añadiendo experiencias por si me pasa como ahora, que necesito enviarlo y no recuerdo cuántas horas tenía tal curso o tal otro, o cuánto tiempo estuve aquí o allá. Elegir la foto es otro tema, así que creo que voy a contactar con el fotógrafo que ha hecho el book de la web de la Casa Real (doscientas y pico fotillos de nada en las que Doña Letizia parece Betty Missiego), que como total, ya lo he pagado (yo y tod@s vosotr@s) igual me hace precio de clienta habitual.

Mandar currículums es casi tan denigrante como llevarlos en mano. Yo creo que hay un error de concepto, o es que yo me tengo mucho amor a mí misma, que también puede ser, pero mi concepto es sencillo. Cuando voy a un lugar a llevar mi currículum no estoy mendigando un puesto de trabajo, no se confundan. No me hacen ningún favor. Estoy ofreciendo todo lo que soy y todo lo que puedo llegar a ser para que puedan sumarlo a los ya de por sí maravillosos perfiles con los que ya cuentan ustedes, y no lo hago tampoco para hacerles un favor a ustedes, porque busco remuneración. Pero no mendigo dinero ni un contrato indefinido. Vengo porque creo que puedo aportar algo, o al menos así lo veo yo.

El problema es que me siento como si fuese a las rebajas de enero a pelearme con otras cuatrocientas personas por un jersey de canalé, que después de matarte entre las estanterías te haces con él y descubres que quedaba mucho más mono en la percha, pero claro, casi llegas a la sangre por ese jersey, te sabe mal dejarlo ahora. Por eso tenemos los armarios llenos de ropa que no nos ponemos y por eso nos lucen los flequillos como nos lucen con los estreses laborales.


La cuestión es que en plena inmersión en el mundo de la búsqueda de empleo doy con esta noticia tomada de www.theartiststools.com (si quieres leerla entera puedes hacerlo en este link http://www.theartiststools.com/riot-cinema/#.UFuhha7KcxQ): la historia de Carlos, un chaval cualquiera de un lugar cualquiera de nuestra querida piel de toro que manda un mail a una productora llamada Riot Cinema para buscar trabajo. Hasta aquí todo correcto.

El caso es que el chaval comete el "garrafal" error de mandar ese mail como parte de un envío masivo de su currículum a decenas de empresas, y por tanto queda muy patente que es un mail genérico y a la productora le sienta fatal que el chaval ni se moleste en personalizarlo un poco. Hasta aquí es una cagada, pero el muchacho ha cometido ese error, no vamos a crucificarle por ello.


Pues sí.


Resulta que uno de los socios fundadores de la empresa, un tal Nicolás Alcalá, le contesta al mail humillándole y ridiculizándole hasta cotas insospechadas. Parece que Nicolás se cree por encima del bien y del mal, y por eso osa hablar a Carlos en términos en los que yo no hablaría ni al ser más paleto del planeta Tierra. He aquí el mail original y su respuesta.






Todo esto, por supuesto, terminó en escándalo mayúsculo y en la publicación de una disculpa pública en la página de la productora que, lejos de calmar los ánimos, ha hecho, como leía en uno de los comentarios, "que nuestra bilis suba hasta el ático".

La verdad es que aunque no haya estado fino, yo empatizo con Carlos (con el tal Nicolás este no, me alegro de que su productora se hunda en la miseria, por listo), porque no hay derecho, ni necesidad, de tratar así a quienes buscamos trabajo o la oportunidad de intentar integrarnos en empresas y centros laborales. Así que para que esto no vuelva a ocurrir, me permito decirte, querido Nicolas (y jefes y jefas de personal de este mundo), que lejos de buscarnos millones de defectos, os apuntéis antes mi Decálogo a seguir para que un/a trabajador/a no salga de una entrevista en tu empresa con ganas de clavarte una cucharilla en el bazo:

1.- Que yo busque trabajo en tu empresa no te convierte automáticamente en el señor feudal ni a mí en tu esclava. Somos personas en diferentes situaciones, pero personas. Trátame como tal.

2.- Ten piedad de mi estado de nerviosismo absoluto. No trates de putearme a muerte haciéndome de primeras preguntas completamente absurdas cuyas respuestas no necesitas pero que hacen que mi estómago se coloque a la altura de mi nariz (aproximadamente).

3.- Sé que no soy tú, pero tampoco creas que me interesa serlo. Sé que  no consideras que nadie esté a tu altura en la mayoría de los casos y que sabes más de la empresa que nadie, por eso estás entrevistándome. Te anticipo que no me ayudas echándome en cara todo lo que no he hecho. Háblame o déjame que te hable sobre lo que soy y lo que sé, y sobre todo acerca de lo que he hecho. Igual te sorprendo.

4.- Vale, quieres que hable idiomas. Muchos. Miles. En tu empresa es básico. Dame la oportunidad de demostrarte lo que sé: entrevístame (o que lo haga otra persona, si es tan importante digo yo que alguien hablará algo que no sea castellano, aunque sea élfico) en otro idioma y verás de lo que soy capaz.

5.- Ya que tú eres dios y yo no, demuéstralo en tus formas y en tus modales. No pienses que porque entrevistas tú puedes descuidar tu educación, no me hables mal ni me faltes al respeto.

6.- Yo no te conozco. Tú a mí tampoco. Ni somos colegas, ni familia, ni sabemos si lo hemos sido en otra vida. No me llames "niña", "chica", "nena" ni similares. Si no me permites tutearte, no lo hagas conmigo. Vuelve al punto uno de este decálogo: recuerda que yo también soy persona.

7.- Siendo tu empresa el mejor lugar del mundo mundial para currar (por eso me pides taaaaaaantos requisitos), demuestra que tenéis espacios medianamente acogedores para una entrevista. La cocina, la recepción (de pie), la sala del café o el cuartito de fumar no son lugares dignos de una charla relajada, y menos si la cosa va de querer conocerme o de que yo conozca tu empresa.

8.- Sé clar@: háblame de las condiciones en un lenguaje normal, no en una mezcla entre Punset y los Lunnis.Créeme, por lamentables que sea tu propuesta no me voy a asustar. Yo sabía a lo que venía, si no me interesa ya te lo haré saber.

9.- Léete mi currículum, aunque sea sobre la marcha. Haz como que te interesa y como que sabes cómo me llamo. Si te molesta recibir mails en cadena, imagínate como me sienta a mí que me entrevistes con las mismas palabras que a la anterior y al siguiente.

10.- Y sobre todo, por encima de todo, mi tiempo vale tanto como el tuyo, no me hagas que lo pierda. Si no te intereso en absoluto, dímelo educadamente y seguiremos con nuestros caminos en paz y armonía.


En fin, que estoy con Carlos.Y con todas las personas del mundo que están en situación de desempleo y aprenden en cada entrevista que lo importante no es hacerla: es sobrevivir a ella hasta el final. Yo sigo esperando que a veces salga Juanma Iturriaga con un ramo de flores y el pedazo de muñeco de Inocente Inocente para decirme que todo es una broma.

Y eso que sólo llevo 10 días buscando trabajo...


PD: Por cierto, si eres de esas personas que buscan a alguien como yo, una maestra enamorada de su profesión, con mucho que aprender y que ofrecer, no te cortes, ¡contacta conmigo! Prometo no decir nada del decálogo, al menos hasta el final de la entrevista ;)

1 comentario:

  1. Por esto precisamente los que mandan en el mundo necesitan que haya un porcentaje de personas en el paro, porque si no las hubiera nosotrxs lxs trabajadorxs seríamos los que podríamos ponerles las cosas claras a los empresarios. Hasta tal punto sería esto que podríamos llegar a oir a trabajadorxs decir lo siento pero no me interesa este trabajo, me voy a otro sitio que seguro me ofrecen mejores condiciones. Pero en la situación actual como encontrar un trabajo parece un milagro no nos queda otra que tragar (o pasar hambre).

    Yo también empatizo con Carlos. Estos tratos vejatorios no se pueden consentir. No somos mercancia, ni animales. Somos personas.

    Un eBso muy fuerte. Sigue escribiendo en tu Blog para que nosotrxs podamos leerte.

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