"Pido perdón a los niños por haber dedicado este blog a personas mayores. (...) quiero dedicar este blog a los niños y niñas que estas personas han sido. Todas las personas mayores fueron primero niños (pero pocas lo recuerdan). Corrijo entonces mi dedicatoria."

Adaptación de la dedicatoria del libro "El Principito", de Antoine Saint-Exupéry




miércoles, 10 de noviembre de 2010

Alcohol y pedagogía libertaria

Esta mañana, cuando he ido a seguir mi rutina diaria de despertar-iralbaño-lavarmelacara-consultarlosllamamientos, me he encontrado con un mail en mi correo que me mandaba una compañera del colegio en el que yo estudiaba. El mail hablaba de un manifiesto que ha redactado un colectivo de padres y madres para promulgar la pedagogía libertaria en los centros escolares, ya sean privados o públicos. He visto encontrar agujas en pajares con mucha más facilidad.

Mi compañera me mandaba el correo en calidad de madre de alumna (algunas fueron mucho más rápidas de lo que lo somos otras, porque creo que ella se pasó del sector de las alumnas al sector de las madres un par de años después de salir del colegio) y estaba bastante bien planteado, aunque su consecución se me hiciese harto complicada por varias razones.
Para quien no lo conozca, la pedagogía libertaria propone un modelo de escuela basado en el anarcosindicalismo, que entre sus principios encuentran el de autogestión, el de autonomía individual, el de desarrollo comunitario, el de anticapitalismo y el de libertad personal como parte de un colectivo.

El manifiesto incluía las demandas de las familias hacia la escuela en base a estos principios, y entre ellas se encontraban éstas:

- Libertad del individuo. Libertad del individuo pero colectiva es decir teniendo en cuenta a los demás y desde la responsabilidad a vivir en grupo.

- Autonomía del individuo, en contra de las dependencias jerarquizadas y asumidas, cada individuo tiene derechos y obligaciones asumidas voluntariamente, responsabilidad colectiva y respeto. Las personas afrontan sus propios problemas, crean sus propias convicciones y razonamientos.


A ver, si a mí me preguntasen, me parece que éste modelo es, más que ideal, idílico. Es cierto que la pedagogía libertaria se ha llevado a cabo en entornos muy concretos con resultados viables (el caso más conocido es la escuela Sumerhill, Reino Unido, 1921-actualidad), pero en otros entornos sería necesario echar la sociedad abajo y de nuevo arriba para viabilizarlo.

Los principios de autogestión, libertad y desarrollo comunitario me parecen maravillosos, y de hecho pienso que éstos sí se pueden llevar a cabo en la escuela actual, pero me asaltan dudas de cómo calaría ésto en los chavales de hoy en día, cada vez menos responsables, menos estimulados y menos maduros. ¿Cómo hacer entonces que adquieran responsabilidades grupales si son incapaces de asumir las propias?

Conste que pienso que la culpa de ésto la tenemos a partes iguales sus padres y la sociedad. Pensamos que los niños/as "no saben", "no conocen", "no entienden", y que se lo tenemos que dar todo hecho. Cuando de verdad demandan nuestra atención (y quienes nos dedicamos a la educación sabemos que ésto ocurre con frecuencia) les enchufamos a la tele, o al ordenador o a la consola, y no les escuchamos.

El año pasado me tocó trabajar en una escuela rural. Le dedicaré un post sólo a contar lo que fue mi experiencia, pero aprendí un montón acerca de muchas cosas. El cole era lo que llamamos un "línea uno", es decir, con una clase de cada curso, por lo que en total habría unos 120 niños/as en todo el cole más o menos.

Como llegué para sustituir a la jefa de estudios, me asignaron la mitad de mis horas de impartición (¿se dice así?) en 6º y la otra mitad de apoyos en infantil.

De entre l@s profes de primaria, la que más tiempo pasaba en infantil era yo, y me los conocía a todos, así que cuando alguna de las tres profes de ese ciclo faltaba a clase, me solían poner a mí las sustituciones. Si yo no me dediqué a la educación infantil fue por algo, pero el caso es que descubrí un mundo nuevo en esas clases llenas de peluches y plastilinas chupadas.

Un día se dio de baja la profe de 2º de infantil (4 años), porque el día anterior haciendo un baile le había dado un tirón en el cuello que se había quedado como la niña del Exorcista, con la cabeza mirando hacia atrás. La pobre estuvo en casa una semana y me mandaron a mí a sustituirla.

Lo que más me gusta de infantil es la asamblea. La asamblea es una dinámica que se sigue en infantil cada mañana: los niños/as se sientan en círculo con el/la profesora y realizan una serie de rutinas, hablan sobre el día anterior, sobre lo que van a hacer ese día, evalúan o planifican actividades. A mí me parece un espacio maravilloso que debería llevarse a la práctica en otros ciclos (ésto también lo plantea la pedagogía libertaria) en el que conocemos muchas cosas de los/as peques.

Recuerdo que una mañana de esta sustitución, les pedí que quien quisiese cantara una canción, la que le apeteciese, porque a mí me gusta mucho que los niños y niñas canten, y más en el colegio. Algunos cantaron, otros no, y yo les dije que para el día siguiente, si les apetecía, les pidiesen a las familias que les enseñasen una canción para cantarla en la asamblea.

Al día siguiente, los que el día anterior no habían cantado ninguna canción la cantaron, todos menos un niño que no se terminaba de decidir a cantar, y que cabe destacar que era uno de los más participativos y dinámicos del grupo. A mí me extrañó, pero tampoco le quise obligar.

Más tarde, cuando terminó la asamblea y empezamos a hacer una ficha, estaban sùper concentrados coloreando y yo paseando por las mesas, cuando de repente oigo a este niño que no quería cantar...cantando. Me acerco sigilosamente y le oigo cantar:

"Alcohol, alcohol, alcohol alcohol alcohol, hemos venido a emborracharnos, ¡el resultado nos da igual!"

Por si alguien no conoce la cancioncita, es un estribillo que se entona en los botellones, fiestas y demás jolgorios por los borrachos/as de turno.

Cuando le pregunté que de dónde había sacado esa canción, me dijo que era la que sus padres le habían enseñado para la asamblea, lo que no sé es si lo hicieron en plan coña o porque realmente no se sabían otra. El caso es que el muchacho se la había cantado antes de entrar en el cole a otra profe y ella había puesto cara extraña, así que el pobre me decía:

- A la profe Fulanita no le ha gustado mi canción... ¿es que dice alguna palabrota?

Y yo le expliqué que no, que no decía palabrotas, pero que no era una canción para niños/as porque no decía nada feo pero tampoco nada bonito, y que le iba a enseñar yo una estupenda para cantar en su casa, en la asamblea y en casa del rey si hacía falta.

¿Cómo voy a pretender que esta clase de padres eduque a sus hijos/as en la responsabilidad y en la autogestión, cuando son incapaces de autogestionarse ellos?

Sería precioso que Summerhill estuviera en cada rincón de nuestros centros educativos, pero todavía hay mucho "alcohol" que destilar para que esto ocurra.


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