"Pido perdón a los niños por haber dedicado este blog a personas mayores. (...) quiero dedicar este blog a los niños y niñas que estas personas han sido. Todas las personas mayores fueron primero niños (pero pocas lo recuerdan). Corrijo entonces mi dedicatoria."

Adaptación de la dedicatoria del libro "El Principito", de Antoine Saint-Exupéry




martes, 9 de noviembre de 2010

Dixit

Hace cuatro años, cuando me acababan de cesar el contrato (muy amablemente y regalándome el gordo de la lotería) en de la escuela infantil de los chupetes donde trabajaba, estaba yo durmiendo plácidamente en mi cama a una hora muy propia para dormir (las 6 de la mañana) cuando me llamó Patri:

- Me han ofrecido un curro pero no me cuadra el horario, te paso el teléfono de la chica que lo lleva y la llamas.

Y yo, que estaba felizmente parada, y en ese momento felizmente dormida, llamé a aquel teléfono pensando que el trabajo no podría ser ni de lejos peor que el de la guardería.

El curro consistía en una compensatoria externa con chavales/as en riesgo social, un proyecto aparentemente muy sencillo. Otro día hablaré de él.
El caso es que se impartía en un cole de un barrio de clase obrera de Madrid, y en cuanto dije que me quedaba con el trabajo me llevaron al centro para conocerlo.

La clase era bastante grande, bien iluminada y un poco desangelada, parecía que había pasado un tornado y se había llevado todos los colores. Había dos o tres estanterías bastante grandes, plagadas de libros que jamás se leería un niño/a, pero que estaban ahí para hacer bulto. Al fin y al cabo, ¿dónde se ha visto una clase sin libros?
Sin embargo, no había ni un juguete, ni un juego, ni un triste puzzle. Pero ¿acaso vamos al cole a jugar? Si ahora al colegio vamos a estudiar, a estudiar y a estudiar... ¡Habráse visto!

Un año antes había conocido a un grupo de amigas que hacían un voluntariado conmigo muy cerca de aquel barrio. No todas eran maestras, pero más o menos se dedicaban a la intervención con menores como trabajadoras sociales, educadoras, integradoras y maestras. Este trabajo era tan jugoso en muchos sentidos y el mundo de la intervención está tan mal (económicamente hablando) que de mi grupo de amigas han terminado trabajando conmigo en este mismo proyecto, en este mismo barrio y con esta misma asociación, una detrás de otra.

Como resultaba complicado mantener un orden y un concierto naturales en este entorno en el que currábamos, un día nos dio por intentarlo con juegos de mesa. Entendamos que estos chavales tienen un ritmo de trabajo muy complejo y unas pautas de comportamiento prácticamente inexistente, y los juegos de mesa requerían, cuanto menos, seguir las normas (del juego) y jugar en equipo. Podría ser un buen paso para empezar.

Tanto nos metimos en buscar durante semanas los juegos más adecuados, más motivadores y más entretenidos que nos convertimos en verdaderas frikis de los juegos de mesa. Cuando nos veíamos los viernes en casa de una o de otra para cenar y tomarnos una copa, llevábamos un juego de mesa nuevo que habíamos descubierto y con la excusa de aprender a jugar para llevarlo el lunes a clase con las normas aprendidas, nos pegábamos toda la noche jugando como locas.

Una de ellas, la Charini (apodada así por algún motivo que no recordamos), y su novio pasaron de ser frikis de jugar a juegos de mesa a ser frikis de COMPRAR juegos de mesa. Su casa parece a día de hoy un museo con decenas (y digo "decenas" porque son unas cuantas) de juegos de mesa de todos los pelajes, procedencias y clases. Un mundo nuevo se abría ante nuestros ojos.

Hace como un año, Charini hizo en su casa la I Cena de Gala, que consistía básicamente en vestirnos "de gala" (aquello fue para verlo) y cenar como si fuera Nochevieja (es decir, hasta reventar). Como plato estrella de postre, y siguiendo la tradición, sacaron uno de los millones de juegos que se habían comprado últimamente, el Dixit.

Sólo ver las cartas nos llevó como media hora. Las cartas tenían ilustraciones dibujadas y eran bonitas hasta emocionarnos.

"Dixit" es una conjugación latina del verbo "decir" que significa "dijo" o "ha dicho". El juego está planteado de la siguiente manera: cada jugador/a tiene 6 cartas en la mano con ilustraciones diferentes. El jugador/a que empieza escoge una de las cartas de su mano y piensa en una frase que le evoque la imagen (por ejemplo, hay una carta que me encanta en la que sale una mujer que lleva puestos unos pendientes: uno de los pendientes es un hombre impecablemente vestido con traje, raya a un lado y maletín, con cara seria. El otro pendiente es un hombre exactamente igual pero vestido de manera informal, vaqueros, jersey y despeinado pero con cara sonriente. La mujer tiene gesto dubitativo. A mí ese dibujo me evoca la frase "Es difícil tomar la decisión correcta" o "Guíate por tu intuición").

El jugador/a que elige la carta (en este caso yo y mi carta de la mujer con pendientes) dice la frase que le sugiere en voz alta y deja la carta boca abajo encima de la mesa. El resto tienen que elegir de su mano una carta que case con la frase que ha dicho el jugador y la pone junto con la inicial encima de la mesa. Se le da la vuelta a todas las cartas y el resto tienen que adivinar cuál era la carta original, la que le sugirió al jugador inicial esa frase (en este caso deben adivinar que mi carta era la de la mujer con los pendientes).

Si el resto la aciertan ganan, y el jugador inicial también. El único "pero" es que la frase no debe ser ni demasiado evidente ni demasiado complicada, asique el jugador que dijo la frase deja de ganar puntos tanto si todos la aciertan como si no la acierta nadie.

Del resto de jugadores ganan también aquellos cuya carta fue elegida por alguien de la mesa que pensó que era la original, aunque no lo fuese.

Espero haberme explicado.

El caso es que las mentes son diferentes, y donde yo veo "Problema", otro/a ve "Solución", así que es un juego muy interesante para conocer cómo perciben los demás.

Cuando jugamos el día de la cena de Gala, nos emocionó mucho este juego, tan tierno y bonito a la vez. Tanto me gustó que hoy, con un poco de retraso pero por mi cumple, Chari y su novio me lo han regalado.

Me ha hecho tan feliz... Aquí lo tengo, y es tan bonito que no sé si guardarlo para jugar cuando vengan a casa o guardarlo para mí, para cuando esté agotada, o aburrida, o triste, mirar esas tarjetas y ver los dibujos, tan tiernos, tan dulces...

Ponga un Dixit en su vida.

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