"Pido perdón a los niños por haber dedicado este blog a personas mayores. (...) quiero dedicar este blog a los niños y niñas que estas personas han sido. Todas las personas mayores fueron primero niños (pero pocas lo recuerdan). Corrijo entonces mi dedicatoria."

Adaptación de la dedicatoria del libro "El Principito", de Antoine Saint-Exupéry




lunes, 14 de febrero de 2011

Un día negro

Esta mañana me he levantado 45 minutos antes de la hora normal, lo cual ha sido un trago teniendo en cuenta que anoche me acosté tarde, pero en fin, eso es mi responsabilidad, lo sé.

No sé para qué me levanto antes, si por norma, los lunes llego siempre a la misma hora (osea, tarde). La regla de tres es perfectamente proporcional: cuantos antes salgo de casa, más atasco pillo y más tarde llego. Lo peor es que si salgo tarde también llego tarde, porque aunque el trayecto es más corto no me da tiempo a llegar a la hora. Total, que los lunes siempre llego tarde y no hay forma de remediarlo.

Cuando llego al cole tengo reunión de Coordinación, y teniendo en cuenta que siempre llego tarde, retraso por sistema el inicio de la reunión. Seguro que cualquier otro día la gente tendría menos inconveniente, pero un lunes por la mañana, en el que la gente se ha levantado con esfuerzo y sudor para llegar a la reunión y tiene que esperarme a mí porque vivo en la otra punta de Madrid, noto ciertos detalles de odio, desde miradas malignas hasta mi taza de café sospechosamente vacía mientras las del resto humean llenas de café, leche, colacao o té, depende de la delicadeza de la persona que lo ingiere.

Después de la reunión, a la que por supuesto llego con el corazón en la boca (lo cual no es difícil, porque todo el mundo sabe que tengo la misma forma física que un imperdible, y en cuando doy cuatro pasos un poco rápidos me agoto como si fuese una señora de 70 años), comienza un no parar de cosas que todo el mundo me quiere contar, dar, explicar y pedir, y me arrepiento varias veces de los momentos en los que el viernes anterior dije: "El lunes hablamos".

Hoy he salido del cole y me he ido a comer a casa de mi abuelita, a lo Caperucita (pero sin cesta con queso y miel, mi abuela es más de patatas fritas y cerveza) y luego he salido volando hacia las clases particulares, porque por si me sobraba tiempo, los lunes y miércoles doy clases particulares a una chavala que es encantadora, pero que a veces tiene el día perro y no hay quien haga nada con ella.

Hoy era uno de esos días: yo le preguntaba que cuánto eran 2 más 2 y ella me contestaba que si quieres arroz, Catalina. Por más que yo intentaba encontrarle un sentido a los hectolitros, decalitros, litros y otras medidas de capacidad, ella se pasaba los mililitros por el forro y dibujaba corazoncitos porque hoy es el día de San Valentín. A veces me dan ganas de dejar de creer en la infancia para siempre.

Al salir de las clases particulares (me he ido antes de asesinarla con mis propias manos), me he lanzado al coche, porque por fin me habían dado cita en la acupuntora. La acupuntora es una especie de diosa con forma humana que dice que puede quitarme la alergia. Adelante, creo en tí. Si alguien puede quitarme esta odiosa reacción que me hincha los ojos, me llena la nariz de mocos y me roba el aire de los pulmones cada vez que perros, gatos, ácaros, pólenes, alimentos varios y otros entes se cruzan en mi camino, voy a por esa persona al fin del mundo.

La clínica estaba concretamente donde da la vuelta el aire, y lo digo en el sentido más objetivo de la expresión, porque a parte de estar a tomar por culo, hacía un frío que ni en la sierra.

He tardado aproximadamente 45 minutos en llegar, y todo ello después de de perderme incontables veces por autopistas, autovías, carreteras secundarias y poblados varios. Si todo el camino que he hecho dando vueltas lo hubiese hecho en línea recta, habría llegado a Andalucía y me hubiese dado un baño en el mar.

Finalmente. y al borde de la esquizofrenia, he conseguido llegar a la clínica, todo el esfuerzo para hundirme en la miseria con una sola frase: "La acupuntora está enferma".

Me han dado ganas de asesinar otra vez, en serio. Encima abro el correo, y me encuentro un mail de esos en cadena en los que en el asunto pone "CUIDADO, PELIGRO, ALGO HORRIBLE ESTÁ PASANDO" y que me cuenta la historia de un amable ciudadano anónimo que fue a ayudar a una viejecilla a cruzar un paso de peatones y la viejecilla le envenenó para robarle los órganos. Voy a redactar yo un correo de esos avisando de los riesgos de vivir en una ciudad: gente, atascos, horarios, contaminación, precios altos, ruido, basura. Eso sí es algo horrible que está pasando y ningún mail en cadena te lo advierte.

Después de toda la locura, he querido gritar, llorar, patalear y cagarme en todo lo cagable por todo el cúmulo de desafortunados incidentes, y sin embargo me he dado la vuelta, me he montado en el coche, me he fumado un cigarro, me he vuelto a casa y he decidido contártelo.

En fin, lo que se dice un día negro.



Mañana será mejor (espero).




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