Hay veces que pienso que los peligros del mundo educativo no están en el Gobierno, que legisla para sí mismo, ni en l@s niñ@s, que cada vez vienen con menos ganas y más mala leche, ni en las familias, que conforman el HAMPA (ah, no, que es sin H, pero que al fin y al cabo las dos acojonan por igual). A veces pienso que el gran peligro es el tipo de gente que, a veces, se dedica a la enseñanza.
Estábamos hoy en el despacho mi compañera y yo charlando animadamente sobre la televisión. Son ese tipo de conversaciones de sobremesa que a veces sacamos para pasar el rato entre reunión y reunión cuando las cabezas no dan para más. Salíamos del despacho de la directora con las orejas echando humo por el esfuerzo de pensar en cómo hacer que el grupo de profesoras encantadoras que quieren asesinarnos sin piedad cedan a nuestras propuestas.
En semejantes circunstancias, sacar el tema de la televisión y su programación era completamente procedente.
Comentábamos que la tele da asco. Que la programación está llena de formatos chungos donde la gente, a unos decibelios seguramente dañinos para el oído humano medio, se pone de vuelta y media por menos de nada. Ojo, no me las quiero dar de nada porque admito que veo Gran Hermano desde que Mercedes Milá podía convivir con el humo del tabaco sin blasfemar como Regan McNeil en El exorcista, pero de ahí a poder ver Telecinco en la actualidad durante más de 10 minutos seguidos hay un mundo.
Sin embargo, me cuesta convivir con los programas del corazón, no porque no sea yo un poco marujilla, que también, sino porque se me hacen repetitivos, cansinos, aburridos y Belén Esteban me cae hasta mal. Al principio tenía su gracia, porque la gente un poco paletilla pero buen corazón siempre cala hondo, pero ahora ya ni eso. Me crispa los nervios verla a todas horas en todas partes.
Total, que en esas estábamos, comentando que a día de hoy, si quieres salir en la tele, tienes que ser un punto ordinaria, barriobajera, malhablada y sobre todo ignorante. Sin ir más lejos, toda la prensa nacional se hacía eco esta semana de que la ganadora de Gran Hermano 12 dice que "no hay ningún país en la Península Ibérica". Que nadie te pide un doctorado para salir en la tele, pero de ahí a vanagloriarte de tu analfabetismo hay un paso (largo).
Cuando hemos llegado a ese punto de la conversación, mi compi ha dicho:
- Lo peor es que no es sólo en los programas del corazón, es que luego en todas las películas y series de producción española siempre hace gracia o es protagonista "el tonto" o el que no sabe hacer nada. El ejemplo más claro lo tienes en El Luisma de "Aída", que ha hecho popular la expresión "Como el Luisma es tonto..."; y claro, el que estudia o se forma, o hace algo con su vida siempre aparece como el empollón, el listillo, el sabelotodo.
Hasta aquí iba bien. Hasta aquí me ha gustado hasta el paralelismo y me han dado ganas de decirle:
- Para, para, y sigue contando esto dentro de las clases de secundaria.
Pero ella ha cogido carrerilla, se ha emocionado y ha terminado:
- ... aparece como el empollón, el listillo, el sabelotodo. El repelente, el que cae mal. Como estudiar no se lleva, como saber cosas no está de moda, lo suelen pintar como un personaje sin éxito, feo o poco agraciado, flacucho, poca cosa. Y encima, muchas veces, es hasta marica.
Y se ha quedado tan ancha. Vamos, que ha seguido leyendo el periódico como si nada.
Digo yo que esto en pleno siglo XXI es hasta obsceno. Que una persona joven que se dedica a enseñar, a formar, a inculcar valores diga "y encima muchas veces es hasta marica" refiriéndose a un calificativo despectivo roza lo que ella misma criticaba: roza lo paleto, lo ordinario y lo analfabeto. Que dicho de boca de la Esteban no sonaría peor, vaya.
Me da un poco de miedo que esa gente (porque el ejemplo de mi compañera es uno, pero hay cientos de docentes así o peores) asuma con libertad la tarea de educar a nadie. Está claro que no todo el mundo está cortado por el mismo patrón y que no puedo hacer de mi capa un sayo y esperar que todo el mundo piense como yo, pero me siento impotente cuando gente que se llena la boca con palabras como "respeto", "tolerancia" o "igualdad" diga estas cosas y no sólo las diga, sino que se las venda a l@s niñ@s como dogmas de fe.
¿Qué se hace en estos casos? ¿Cómo se lucha contra esto? ¿Cómo se frena la corriente de borreguismo que asola nuestras escuelas?
"Pido perdón a los niños por haber dedicado este blog a personas mayores. (...) quiero dedicar este blog a los niños y niñas que estas personas han sido. Todas las personas mayores fueron primero niños (pero pocas lo recuerdan). Corrijo entonces mi dedicatoria."
Adaptación de la dedicatoria del libro "El Principito", de Antoine Saint-Exupéry
Adaptación de la dedicatoria del libro "El Principito", de Antoine Saint-Exupéry
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Estamos totalmente inmersos en una sociedad sin valores. Y no me refiero a valores de la religión (que tampoco es que digan nada malo). L@s niñ@s estan siendo influenciados por una sociedad (padres y madres, amig@s, profesor@s...) que no tiene valores (en general). Pero es que a su vez esa sociedad ha sido influenciada en un pasado (por ejemplo cuando fueron niños) y la espiral se hace cada vez mas profunda llegando a un punto en el que se pierden los horizontes y todo llega a dar igual. Es mas, en mi opinión esta sociedad se retro-alimenta de mala educación, pocos valores (por no decir ninguno), racismo y mil cosas mas. Pero una prevalece sobre todas las demás. Si, el miedo!. El miedo es lo que hace a la gente pensar como piensa, decir lo que dice y hacer lo que hace. Lo curioso es que la iglesia por ejemplo, utilice este miedo para inculcar valores. ¿Curioso no?...
ResponderEliminarUn eBso desde la Atlántida.
Pues...Que me hubiera gustado saber como lo ha dicho y en que tono lo ha dicho ya que depende del tono yo me lo puedo tomar como algo despectivo o como crítica hacia esa parodia situando al protagonista en un colectivo que a día de hoy sigue siendo minoritario y en la mayoría de los casos criticado por esta sociedad.
ResponderEliminarMe explico porque creo que no me explico yo bien con las letras escritas. Si está hablando de que le ponen de resabido, de listillo, de feo y de tonto también manda cojones que siempre se ponga a ese personaje como el personaje gay (que es algo muy al uso en nuestro pais pues uno de esos grande insultos en nuestra amada lengua es "maricón "mariconazo") y que manda narices que encima de todo se use ese recurso y esa burla hacia algo que, y siempre bajo mi punto de vista, es natural y pasa en colectivos de todo tipo.
No se, creo que todo depende del contexto y sobre todo, del entendedor.
Besicos varios