"Pido perdón a los niños por haber dedicado este blog a personas mayores. (...) quiero dedicar este blog a los niños y niñas que estas personas han sido. Todas las personas mayores fueron primero niños (pero pocas lo recuerdan). Corrijo entonces mi dedicatoria."

Adaptación de la dedicatoria del libro "El Principito", de Antoine Saint-Exupéry




lunes, 17 de enero de 2011

De mayor quiero ser pequeña

Dice mi madre que soy una infantil porque me sé una por una todas las canciones de todas las pelis de Disney, pero yo qué culpa tengo de repasarlas todos los días como quien dice.

Aprendí a hacer integrales pero ya se me ha olvidado porque jamás en mi vida me veré en la tesitura de tener que hacerlas para seguir con vida, pero lo de las canciones de Disney es algo que jamás se me va a olvidar porque en mi trabajo están a la orden del día.
He pensado hasta ponerlo en mi currículum por si algún día me vuelvo a quedar en paro.

Trabajar con la infancia hace que no termines de salir de ella. Sigues comiendo chuches, pintando con los dedos, disfrazándote, viendo pelis de dibujos animados y cantándote el Cantajuegos como si lo pusiesen en la radio.

Me encanta esa parte de mi trabajo, no perder del todo el nexo con mis primeros años de vida.

Esto me permite saltarme las reglas de cuando en cuando y sentirme una niña otra vez: comer con las manos, saltar a la comba, jugar con plastilina y revolcarse en la arena del parque son cosas que no están concebidas para l@s adult@s pero que disfruto muchísimo, porque ahora sí que puedo hacer una figurilla de plastilina que no parezca un churro, y cuando doy a la comba me sé miles de canciones y doy más fuerte que nadie. Una maravilla.

A l@s que trabajamos con peques se nos nota rápido, porque tenemos ese punto infantil que no soltamos porque dejaríamos de ser lo que somos. Se nos reconoce por cosas como las siguientes:

- Solemos vestir con más colores que quienes tienen otros empleos, jamás nos ponemos traje para ir a trabajar y no usamos tacones.

- Respondemos rapidísimamente a preguntas como "¿Quién vive en la piña en el fondo del mar?"

- Podemos hacer prácticamente cualquier cosa con un folio, un lápiz, un poco de celo o cola blanca y unas cuantas piedras.

- Sabemos quienes son "Las Divinas", "Caillou", "Dora la Exploradora", y podemos describir con bastante acierto lo que es un "Gormiti" (digo con bastante acierto porque no creo que ni sus propios creadores sepan describir exactamente lo que son).

- Nos sabemos un montón de juegos, canciones y bailes extrañamente pegadizos.

- Fumamos compulsivamente (hay gente que no, obviamente, pero tarde o temprano empiezan).

- Podemos describir al milímetro cualquier sala del Planetario, el Jardín Botánico, el Museo de Ciencias o el Retiro (y podríamos dibujar de memoria sus árboles caducifolios).

- Decimos frases como "te llamo después del recreo".

- Sabemos un montón de respuestas del Trivial tales como "¿En qué grupo de seres vivos se engloban las lombrices de tierra?" o "¿Cómo se llamaban los sobrinos del Tío Gilito?"



Y otras muchas cosas que se suceden diariamente y que nos hacen salir alguna que otra vez de esta vorágine de locura que es la vida adulta insertada en la sociedad y nos permiten imaginar, soñar, disfrutar y volver hacia atrás un ratito todos los días.

No quisiera perder ese punto nunca, la capacidad de ilusionarme y de mirar con ojos de niña todo lo que sucede a mi alrededor, sentir que nunca dejo de aprender y que cada día se abre ante mí como un abanico de muchos colores. Sentirme pequeña todos los días y que eso me haga grande.


De mayor quiero ser pequeña.


2 comentarios:

  1. Prima!
    No veas lo que me entretienes entre ciclón y postciclón. Me encanta!

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  2. Y tú no veas lo que me encanta leer tus comentarios, desde tan lejos y con tantos agravantes atmosféricos... ¡para algo sirve la familia! ¡gracias guapa!

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